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martes, 15 de mayo de 2012


Sucre... precursor del derecho humanitario internacional   Eumenes Fuguet Borregales


El general en jefe Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, en su corta pero fructífera vida de apenas 35 años, dejó para sí y para la posteridad varias denominaciones, tales como: El Abel de América, el Prócer más puro de la independencia americana, el Pionero de la Ingeniería Militar de Venezuela, el representante de la juventud venezolana, el primero en aplicar el Principio de Autodeterminación de los pueblos, el Caballero de la Historia y para este tema el Precursor del Derecho Humanitario Internacional. Al retroceder las páginas de nuestra historia, estudiamos que Bolívar durante el desarrollo de la Campaña Admirable iniciada en Cúcuta el 14 de mayo de 1813, a su paso por Trujillo, el 15 de junio emite su proclama de Guerra a Muerte, a causa de las violaciones del Derecho de Gentes y capitulaciones por parte de Monteverde, Zerbéris, Antoñanzas y Tízcar, entre otros jefes que imponían el régimen del terror por parte del ejército realista. 

El 1ro de enero de 1820, España se ve sacudida por el alzamiento en Cádiz de los comandantes Rafael Riego y Antonio Quiroga, quienes obligaron al rey Fernando VII acatar la Constitución de 1812, situación política que no le permitieron enviar a América, un contingente de veinte mil soldados para reforzar las disminuidas tropas que llegaron en abril de 1815 con el general Pablo Morillo, éste tuvo que buscar un entendimiento de paz con Bolívar, para dar tiempo a la solución del conflicto en España. Siete años después, precisamente en Trujillo, se realizaron las conversaciones y discusiones a partir del 21 de noviembre de 1820, para concretar los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra; el jefe realista Morillo, había designado como emisarios al general Ramón Correa, a Juan Rodríguez del Toro y a Francisco Linares González; el Libertador designó al general de brigada de 25 años Antonio José de Sucre, al coronel Pedro Briceño Méndez y al teniente coronel José Gabriel Pérez; los Tratados fueron ratificados por Bolívar y Morillo el 27 de noviembre, los cuales sellaron con un fuerte abrazo en Santa Ana de Trujillo. Sucre puso de manifiesto su magnanimidad y diplomacia para llevar a feliz término estas importantes deliberaciones que permitieron humanizar la beligerancia, permitir el canje de prisioneros, no llevar los conflictos bélicos a las poblaciones, rendirle honores a los fallecidos y la atención de los heridos en combate, los cuales no se deben considerar como prisioneros de guerra. A la única persona a quien el Libertador le escribió una biografía fue a Sucre en febrero de 1825, documento denominado “Resumen sucinto de la vida del general Sucre”, refiriéndose a esta actividad dijo: “Este Tratado es digno del alma de Sucre, él será eterno como el más grande monumento de la piedad aplicado a la guerra”. 

Con los tratados de Trujillo, Sucre se adelanta 43 años a la creación del Comité Internacional Cruz Roja y 44 años a los Tratados de Ginebra. Continuando la gesta emancipadora, Sucre logra en Pichincha “Cima de la Libertad”, el 24 de mayo de 1822 un resonante triunfo contra las fuerzas realistas del general Melchor Aymerich, a quien le ofrece en el fuerte Panecillo una honrosa capitulación, aplicando su doctrina de “Gloria al vencedor, honor al vencido”. En Ayacucho, “Cumbre de la gloria americana”, derrota con su talento y estrategia el 9 de diciembre de 1824 al invicto ejército realista, ofreciendo en el mismo campo de batalla al general José de Canterac, representando al Virrey José La Serna, herido en la acción militar, vencido mas no humillado, una capitulación, que a juicio de los historiadores internacionales, es “la más honrosa que se conozca en los anales de la humanidad”; por cierto Canterac cuando estuvo en Venezuela a las órdenes de Morillo, ordenó fusilar en Cariaco en 1817 a Francisco, un joven capitán hermano del futuro Gran Mariscal de Ayacucho. Nuestro ilustre cumanés, no hacía el bien por capricho, sino porque le era imposible actuar de otra manera, su doctrina estipulaba que “la victoria no concede privilegios”. Luego de triunfar el 29 de febrero de 1829 en Tarqui contra la insensata invasión del Perú a Ecuador; en la población de Girón emite el 1ro de marzo con su carácter humanitario el “Convenio de Girón”. Durante la realización del Congreso Internacional de Historia realizado en 1980 en la ciudad de Bucarest, a proposición del eminente abogado ecuatoriano Jorge Salvador Lara, Sucre fue designado por unanimidad “Precursor del Derecho Humanitario Internacional”. Razón tenía doña Mariana Carcelén y Larrea, viuda de nuestro paisano cuando dijo: “Corazón más puro que el de Sucre, no ha palpitado en pecho alguno”

lunes, 7 de mayo de 2012

Sebastian Francisco "Libertad" Miranda



Historia y Tradición
SEBASTIÁN FRANCISCO “LIBERTAD” MIRANDA
Eumenes Fuguet Borregales (*)
El 28 de marzo se conmemora un nuevo aniversario del natalicio del paisano más universal, primer general en jefe de nuestra Venezuela Heroica; único militar en el mundo que ha luchado en tres continentes; precursor del derecho al voto de la mujer; precursor de la Reforma Agraria y de las condecoraciones en Venezuela, su presencia en bronce en Valmy, con la inscripción de “Miranda Libertador de Francia”; su retrato en el palacio de Versalles, único americano cuyo nombre está inscrito en el Arco de triunfo de París desde 1834.
Primer americano con amplia visión de independencia e integración, estuvo presente en las tres grandes revoluciones de su época, es decir: la norteamericana, la francesa y la hispanoamericana; periodista, políglota, poseedor de una de las bibliotecas más completas en su tiempo.
Miranda trajo la primera imprenta, fue pianista, violinista, compositor, perseverante en sus ideas y gran soñador. En la búsqueda de la libertad visitó palacios y también prisiones; es el padre indiscutible de la masonería hispano americana.
El origen canario de su padre don Sebastián, lo colocaba en desventaja ante los españoles peninsulares, por eso, después de haber recibido una esmerada educación en la Universidad de Caracas, en 1771, a los 21 años se trasladó hacia la metrópoli, donde compró por 85.000 reales de vellón el grado de capitán y designado al regimiento de la Princesa para cumplir en diciembre de 1774 operaciones en Melilla, al Norte de África, contra los moros; allí recibió su bautizo de fuego.
El año 1780 siguió hacia La Habana; en 1781 fue enviado a la Florida donde participó en la recuperación de la región de Pensacola en posesión de los ingleses. Por su valor fue ascendido a teniente coronel. En Pensacola le vino a la mente la concepción de formar una gran nación llamada Colombeia, en homenaje al descubridor.
En Norteamérica entabló amistad con George Washington, Samuel Adams y Manuel Lafayette. En diciembre de 1784 se dirigió a Inglaterra para solicitar apoyo para su afán de emancipar al nuevo continente; hablaba seis idiomas y traducía del latín y griego.
Leía a los principales filósofos de la época. Cual Quijote buscando molinos, recorrió en Europa más de cien ciudades, llevaba un minucioso diario donde anotaba las impresiones que observaba en los hospitales, museos, cárceles y bibliotecas, En febrero de 1787 conoció a la reina Catalina de Rusia quien lo autorizó colocarse el uniforme de coronel del regimiento de coraceros.
En 1792 se incorporó a la revolución francesa, su férrea voluntad le permitió ser ascendido a mariscal de campo; en Valmy, mereció el grado de general de los ejércitos franceses. En 1795 conoció a Napoleón Bonaparte con quien cenó y recibió la siguiente expresión: “Miranda lleva el fuego sagrado en el alma”.
En 1798 fundó en su casa de Londres la Logia Gran Reunión Americana, cuna de las futuras logias Racionales y Lautarinas. En 1800 vivió en Londres con su ama de llaves Sarah Andrews, con quien tuvo a Leandro y Francisco. Antes de viajar en su afán emancipador, redactó su testamento donde dejó sus clásicos a la Universidad de Caracas, “Siempre que se haga independiente”.
El 2 de septiembre se trasladó a Norteamérica, donde pudo adquirir y apertrechar una corbeta a la que le puso el nombre de Leander. Zarpó de Nueva York el 2 de febrero de 1806, en el puerto de Jacmel en Haití se le unieron las goletas Bee y Bachus; el 12 de marzo, al amanecer, izó la bandera tricolor; también izó la insignia de: “Muera la tiranía y viva la libertad”.
El 24 de marzo juramentó a la tripulación de unos doscientos expedicionarios, quienes zarparon ese día, en busca de la ansiada libertad. Las goletas Bee y Bachus fueron avistadas y capturadas el 28 frente a Ocumare de la Costa; Miranda con mejor suerte pudo escapar hacia Trinidad, donde consiguió apoyo para navegar a la Vela de Coro, allí colocó el 3 de agosto de 1806 la bandera en el fortín San Pedro; la cual flameó victoriosa por primera vez en tierra firme.
El día 4 Miranda llegó a Coro; la población había desocupado la ciudad y huido hacia las montañas; Miranda colocó la bandera de la redención en la iglesia parroquial, hoy Catedral. Nuestro Precursor llevaba en su mente y corazón un pensamiento de Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de “Don Quijote de la Mancha”:
“Fuerte cosa es hacer esclavo a quien Dios y la naturaleza hicieron libre”.

Historia y Tradición
EL PRIMER BOLÍVAR NACIDO EN AMÉRICA
Eumenes Fuguet Borregales (*)
En la ascendencia de nuestro Libertador encontramos común el nombre de Simón, así se llamó su quinto abuelo paterno; el primer Bolívar que llegó al continente americano había nacido en la puebla de Bolíbar, Villa de Marquina, en Vizcaya, en 1532, conocido por la historia como Simón “El Viejo”. Llegó a la isla de Santo Domingo en 1559, donde casó con la dominicana Ana Hernández de Castro; de esa unión nació en 1569 Simón Bolívar de Castro, conocido como “El Mozo”, cuarto abuelo y primer Bolívar nacido en América.
Simón “El Viejo” se caracterizó por sus dotes de buen administrador y excelente calígrafo, durante 30 años se desempeñó como escribano público del cabildo y secretario de la Real Audiencia de Indias; llegó a Venezuela en 1588, contratado como secretario y luego designado Procurador de la Provincia; logró por primera vez que Venezuela exportara mercancías a España en forma legal; igualmente, cambió la segunda “B” del apellido por la “V”, tal como actualmente se escribe.
También obtuvo permiso de España para que se instalara en 1589 por primera vez en Venezuela el Seminario Tridentino de Santa Rosa, núcleo de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, fundada por el rey Felipe V el 22 de diciembre de 1721; desde el 24 de junio de  1827, por disposición de nuestro Libertador, se denominó Universidad Central de Venezuela, teniendo como primer Rector al sabio José María Vargas. Igualmente, logró que Caracas fuera la capital de la Provincia de Venezuela; al quedar viudo, casó de nuevo en septiembre de 1600 con María Luyando, sin  dejar descendencia.
Simón “El Mozo” contrajo nupcias en 1592 con Beatriz, la hija mayor de Ana Rojas y del conquistador Alonso Díaz Moreno, natural de Olalla-España, fundador de LA NUEVA VALENCIA DEL REY; con Beatriz nacieron Luisa (1592) y Antonio (1596), tatarabuelos paternos, PRIMEROS DEL APELLIDO BOLIVAR QUE NACIERON EN VENEZUELA.
Simón “El Mozo” consolidó económicamente la hacienda-ingenio San Mateo, una de las principales de Venezuela; fue un defensor de los indígenas. Al fallecer Beatriz, Simón ingresó en la vida eclesiástica; ejerciendo estas nobles funciones fue designado comisionado del Santo Oficio en VALENCIA y Visitador General de Obispado, con la responsabilidad de fijar las construcciones de los templos en los Valles de Aragua.
Antonio fue capitán de Milicias y cumplió importantes funciones, tales como alcalde de Caracas; casó en 1622 con Leonor de Rebolledo, de cuya unión nació en 1627 Luís, bisabuelo paterno; dedicado a las milicias, ocupó en Caracas importantes cargos administrativos.
Luís casó con María Martínez de Villegas y Ladrón de Guevara, de cuya unión nació en San Mateo en 1665 Juan, abuelo paterno, quien fundó en 1717 La Villa de San Luís de Cura, hoy Villa de Cura; Juan se había casado en segundas nupcias en 1711 con María Petronila Ponte de Marín y Narváez, hija de María Josefa Marín de Narváez, madre natural reconocida, quien heredó de su padre, el capitán español Francisco Marín de Narváez, las ricas minas de cobre ubicada en Aroa y la Casa Natal en Caracas, las cuales pasaron a la familia Bolívar.
La Casa Natal fue vendida en junio de 1806 a Juan de la Madrid y las minas, uno de los pocos bienes que le quedaban a nuestro Libertador en el momento de elaborar su testamento  el 10 de diciembre de 1830  en Santa Marta; los otros bienes se utilizaron en la lucha emancipadora; las minas fueron vendidas por Antonia Bolívar en 1831 a unos ingleses. Juan y Petronila procrearon en 1727 en la población de La Victoria a Juan Vicente, quien casó en 1773 con María de la Concepción Palacios Blanco, padres del más grande hombre nacido en la América: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios, padre de un manojo de seis naciones.
(*) Gral. de Bgda                                                                                          eumenes7@gmail.com