Entradas populares

jueves, 14 de marzo de 2013



Valenciano Enrique Bernardo Núñez, "Primer Cronista de Caracas"
Eumenes Fuguet Borregales (*)
Hijo de la ciudad del Cabriales, periodista, gran novelista, cuentista, historiador, cronista, poeta, diplomático, extraordinario en la narrativa, escritor, crítico; nacido el 20 de mayo de 1895, hijo de Don Enrique Núñez y Doña Isabel María Rodríguez. Realiza estudios elementales en el Colegio Católico, ubicado en la hoy Casa Páez; en el Colegio Requena y el Colegio Federal. Desde pequeño mostraba sorprendente inclinación por la poesía, que le permite recibir halagos y premios.
Trasladado a Caracas en 1910 por poco tiempo realiza estudios de medicina y derecho en la Universidad Central, pero la crisis económica familiar obliga a suspenderlos, y recurrir a labores distintas a su naciente vocación de escritor.
Con su primera obra escrita en 1918, "Bolívar Orador", inicia su capacidad de escribir en grande, logrando obtener un premio en los Juegos Florales. Ese año también publica "Sol Interior". El destino le perfila periodista, ansiada profesión mal remunerada en la época. Sus artículos son publicados en El Universal, El Nacional, El Heraldo, La Esfera y el Nuevo Diario, así como también en las revistas Élite y Billiken.
"Después de Ayacucho" sería su segunda novela, publicada en 1920. El 4 de marzo de ese año se casa con Mercedes Cimodocea Burgos procreando tres hijos.
Enrique Bernardo es designado en 1925, Secretario General de Gobierno del Estado Nueva Esparta. Sin descuidar sus altas funciones políticas, funda el periódico "Heraldo de Margarita". Allá se inspira para escribir una de sus grandes novelas, "Cubagua", tierra primigenia de Venezuela la cual concluye en 1931, cuando es designado Secretario General de Gobierno del Estado Anzoátegui.
Controversial novela resultó "La Galera de Tiberio" relacionada con el Canal de Panamá, obra por él lanzada al río Hudson en gesto de simbólica protesta. De regreso a Caracas es designado para ejercer cargos diplomáticos en Colombia, Cuba y Panamá, donde escribe para los principales diarios recibiendo críticas favorables por su impecable escritura y contenido.
En 1938 va en misión consular a Baltimore. Regresa al año siguiente para trabajar como traductor en el Ministerio de Relaciones Exteriores, mismo año cuando edita "Una ojeada al mapa de Venezuela". Escribe en 1943 "El Hombre de la levita", dedicado a Cipriano Castro. En 1944, con su brillante pluma y estilo, produce "Arístides Rojas, Anticuario del Nuevo Mundo", dedicado al insigne y valioso médico, historiador y periodista del cual es asiduo lector. En 1945 el Ilustre Concejo Municipal del Distrito Federal lo designa "Cronista Oficial de la Ciudad de Caracas", convirtiéndose en el primer cronista de Caracas. Escribe en 1946, "El nombre de las esquinas de Caracas". El 24 de junio 1948 es designado Miembro de la Academia Nacional de la Historia, ocupando el Sillón "N", dejado vacante por el fallecimiento del Dr. Diego Bautista Urbaneja. En Buenos Aires es reconocido como Miembro Correspondiente Honorario de Argentina.
Con su crónica "Caracas, ciudad de los techos rojos", escrita en 1948, obtiene el Premio Municipal de Prosa. Por la excelencia de sus obras novelísticas, este digno valenciano es comparado con Don Rómulo Gallegos (1884-1969), a quien admiró siempre. Su estilo se equipara al del Dr. Arturo Uslar Pietri (1906-2001), al cubano Alejo Carpentier (1904-1980) y al guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974). Como siempre sucede, nadie es profeta en su tierra, pero en el exterior su producción literaria es muy leída y solicitada. El 1ro de abril de 1950 gana el Premio Nacional de Periodismo "Juan Vicente González" como Mejor Columnista.
Como Cronista editó la revista "Crónicas de Caracas", destacando la ciudad de antaño, de hoy y de siempre. Apegado al terruño natal, lo visitaba con frecuencia, recorriendo sitios de sus remembranzas, visitas a familiares y amigos, sin olvidarse de la Virgen del Socorro. Escribe en 1955 "Fundación de Santiago de León de Caracas" y "Contribución a los trabajos preparatorios del Cuatricentenario de Valencia", especial recopilación de artículos publicados en diarios caraqueños y en El Carabobeño para tan magna fecha. El Orador de Orden fue José Rafael Pocaterra.
Enrique Bernardo Núñez fallece en Caracas el 1ro de octubre de 1964, contaba sesenta y nueve años de edad. En su honor y recuerdo, la Convención Anual de la Asociación Nacional de Cronistas de Venezuela (ANCOV), realizada en Punto Fijo el 20 de mayo de 1986, a propuesta del Dr. Germán Fleitas Núñez, Cronista de La Victoria, designa la fecha natalicia de Enrique Bernardo Núñez, como "Día Nacional del Cronista Oficial", a quienes felicitamos por su valiosa labor. Igualmente se instituyó un Botón de Honor con su preclaro nombre, de intensa y fecunda obra.
El Concejo Municipal de Caracas instituyó el Premio Municipal al Patrimonio Histórico. En Valencia, una plaza en el Paseo Cabriales, instituciones educativas y una ciudadela en San Diego, recuerdan su memoria, de quien como narrador se exaltaría a la posteridad, colocando en alto el bien mantenido gentilicio valenciano.

miércoles, 13 de marzo de 2013


La Carraca, último destino de Miranda
Eumenes Fuguet Borregales
 
Cuando observamos la famosa obra "Miranda en La Carraca" del eximio pintor valenciano Arturo Michelena (1863-1868), evocamos los días finales del "más universal de los venezolanos" en la prisión de las Cuatro Torres del Arsenal de La Carraca en Cádiz.
Regresando las páginas de nuestra incomparable historia, estudiamos que luego de capitular ante Monteverde el 25 de julio de 1812, Miranda llega a Caracas el día 30 en horas de la mañana, continuando a La Guaira, donde pernoctaría para embarcarse en el "Saphire" hacia Curazao, con la idea de seguir a Cartagena, plan que conocía Manuel Gual; intento impedido a las tres de la mañana del 31 al ser despertado y apresado por el comandante militar, el coronel Manuel María de la Casas ( designado por Miranda), acompañado de los oficiales Carlos Soublette (ayudante del generalísimo), Simón Bolívar, Tomás Montilla y el Dr. Miguel Peña (Gobernador civil también designado por Miranda); ellos consideraban inoportuna la capitulación. En las bóvedas del castillo San Carlos de La Guaira permaneció encadenado dos meses y medio, antes de ser enviado al castillo San Felipe de Puerto Cabello.
 Debido al avance exitoso de Bolívar en la Campaña Admirable, Monteverde ordenó el traslado a Puerto Rico, realizado el 3 de junio de 1813 en el navío "Alerta"; el trato recibido por parte del gobernador y capitán general Meléndez, fue más humano; le quitaron las cadenas y le permitieron enviar comunicaciones a las autoridades españolas explicando su situación en procura de su libertad. Las respuestas nunca llegaron; actitud que lo obliga solicitar su traslado a España para asumir la defensa ante el incumplimiento de la capitulación de Monteverde. Zarpa de Puerto Rico en diciembre de 1813 en el bergantín "Alerta";  desembarcado en Cádiz el 5 de enero de 1814 y trasladado por órdenes del capitán general Cayetano Valdés al castillo de las Cuatro Torres en calidad de "Reo de Estado".
 El recordado sacerdote e historiador, el francés Hermano Nectario María (1888-1986), cuyo verdadero nombre es Luís Alfredo Pratlong Bonicel, luego de sus profundos estudios, recopilaciones tomadas del Archivo General de Indias de Sevilla, Archivo General del Departamento Marítimo de Cádiz , del Archivo del Arsenal de La Carraca y del Archivo Eclesiástico de la Iglesia del Arsenal, y visita al penal, publicó en 1964 su valiosa obra "La Verdad sobre Miranda en La Carraca", patrocinado por el Instituto Venezolano de Cultura Hispánica de Caracas, del cual hemos tomado importantes datos. La Carraca es una construcción de dos pisos de forma cuadrada de cincuenta metros por lado, data de 1763; sobre cada una de las esquinas de la amplia azotea se encuentran cuatro grandes salas con una extensión cada una de 9 x 7 metros, destinadas a: zapatería, depósito de ropa, barbería y depósito de camas; a Miranda por su condición especial, le asignaron la de ropa. Disponía de dos ventanales de un metro por treinta centímetros cada una, lo que le permitían iluminación, ventilación y visibilidad; en la planta baja se encontraban la totalidad de los internos la mayoría militares. A nuestro ilustre paisano el capitán general Valdés le asignó diez reales diarios y dos sirvientes, uno de ellos Pedro José Morán actuó con dedicación y lealtad hasta el último momento. Miranda pudo escribir veintidós cartas, la primera de ellas dirigida a su amigo Nicolás Vansittar el 21 de mayo de 1814. El 30 de junio le escribe al rey Fernando VII, pidiendo la excarcelación para dirigirse a Rusia; le escribe igualmente a varias autoridades españolas, sin respuesta alguna.
 Su viejo amigo el inglés John Turnbull le enviaba recursos financieros y libros para minimizarle su difícil estada carcelaria. En su idea por escaparse escribía en clave con el seudónimo de José Amindra. Nunca le abrieron juicio por no tener las autoridades los documentos probatorios. El 25 de mayo tuvo un Accidente Cerebro Vascular, siendo remitido a la enfermería del penal, donde permaneció hasta su muerte, acaecida a la una y cinco de la mañana del 14 de julio de 1816. Había recibido el sacramento de la extremaunción por parte del presbítero Juan Francisco de Paula Vergara, Capellán del penal.
Se dice que Miranda se negó, o no recibió el sacramento argumentando: "Déjenme morir en paz"; esta falsedad fue transmitida por el marino peruano Manuel Saurio a Ricardo Becerra. El deceso de Miranda fue registrado en el Libro 5 de difuntos correspondiente a los años 1802 a 1819, Folio 4, Nros.159 y 160. En vista de que sus restos no fueron reclamados, y con la intención de construir un nuevo cementerio en un área seca, se procedió a clausurar el existente en 1870, colocando las cenizas en una fosa común donde actualmente se encuentra una cruz monumental de hierro con la inscripción "Osario 1875".
 La Academia Nacional de la Historia y la Real Academia Hispano Americana de España, colocaron el 14 de julio de 1963, placas conmemorativas en la Casa de las Cuatro Torres en Cádiz, frente a la Plaza Arguelles, residencia que tuvo Miranda en 1771. En el Panteón Nacional un cenotafio, espera algún día la llegada de las cenizas del "Caballero andante de la Historia universal".