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miércoles, 20 de junio de 2012


Historia y Tradición
Casa del General Páez en Valencia
Eumenes Fuguet Borregales (*)
El general en jefe José Antonio Páez, héroe de la batalla de Carabobo, tuvo una especial deferencia con Valencia a partir de su triunfante ingreso a la ciudad al lado del Libertador, luego de realizar el magno combate el 24 de junio de 1821, que le mereció el máximo ascenso en el mismo campo de batalla. Adquiere en 1822 la residencia ubicada en la avenida Boyacá con calle Páez, a poca distancia de la Plaza Bolívar; será la preferida de las tantas residencias que logró poseer en Caracas, Maracay y Puerto Cabello. Entre 1822 y 1830 la vetusta edificación fue remodelada por parte de los mejores maestros de obras. Páez desarrolló numerosas actividades de índole artística, acompañado de la sociedad valenciana, que acudía a escuchar sus interpretaciones como barítono y a su pareja sentimental Barbarita Nieves como soprano. “El Centauro” deleitaba a  los asiduos visitantes con el piano, violín inclusive con el violoncelo. En ocasiones presentaba obras de teatro donde algunos protagonistas fueron sus compañeros en la lucha emancipadora. Las tertulias que se realizaban con frecuencia contaron con significativa asistencia. El conocido pintor Pedro Castillo (1790-1858), abuelo de Arturo Michelena, realizó en los amplios corredores, nueve grandes murales de las acciones militares de alto valor histórico, donde participó “el Taita”, quien le describía al artista con lujo de detalles sus vivencias  épicas que lo inmortalizaron. La casona sirvió luego de cuartel de policía; el visitante podrá apreciar cerca del frondoso árbol de mango, al fondo de la residencia, un sótano utilizado como calabozo en tiempos de Gómez; anteriormente estuvo destinado como depósito de alimentos; en ese lugar se exponen armas, lanzas, bayonetas, vajillas y utensilios del siglo XIX, también se observará un pequeño espacio cercano al sótano donde se  torturaba a los presidiarios. Fallecido Páez en Nueva York el 6 de mayo de 1873, la casona quedó en manos de la viuda  Doña Dominga Ortíz, quien la vendió a Don José Arroyal. El doctor Samuel Eugenio Niño, Presidente (Gobernador) del estado Carabobo por instrucciones del Gral. Gómez, compró la casona el 15 de mayo de 1908 a la sucesión Arroyal por la cantidad de veinte mil bolívares, ordena los trabajos necesarios bajo la supervisión del ingeniero Francisco de Paula García, con la finalidad de tenerla lista para las festividades centenarias del 19 de abril de 1810, que una vez adelantados fue declarada Museo del estado. Al siguiente año el general José Antonio Dávila en reemplazo de Samuel Niño, continuó las labores de remodelación, designando como ingeniero inspector a Juan Antonio Michelena, padre del eximio pintor Arturo Michelena; más adelante tendrá como supervisor de los trabajos al gran artista valenciano Andrés Pérez Mujica, que al fallecer, la continuación de las obras fue encargada a la viuda, una experimentada escultora. Con motivo del sesquicentenario de la Gran batalla de Carabobo la Casa de Páez fue designada “Museo Histórico”, con diversos salones que denotan una época y un estilo, mencionamos: El salón Presidencial, Salón del piano, Salón de las Aguas, el Salón del Sol y de los Amigos, donde se indica la lista de los amigos del “León de Payara”, civiles y militares empezando por el Libertador; también se observan las pinturas que reflejan personajes de la mitología griega: Zeus (Padre de los Dioses), Venus Afrodita (amor y belleza), la Fragua de Vulcano.  La Casa de Páez dispone de una  importante y valiosa biblioteca denominada Dr. Francisco González Guinán. En la fachada se leen algunas inscripciones tales como: “Mi amigo es  mi otro yo”, “Primero olvidarme a mí mismo que a mis amigos” y “sin virtudes non hay Patria” entre otros.  En  abril  de  1936 funcionó como Biblioteca del estado, igualmente como sede de la Escuela de Derecho “Miguel José Sanz”, de la escuela “Bellas Artes, Ballet y Música” e incluso sede de la circunscripción militar. Por decisión del Ejecutivo Nacional en 1960 se entregó en calidad de comodato a la Digna Sociedad Bolivariana de Venezuela- Carabobo; en dicha sede funciona igualmente la Sociedad de Amigos de Valencia. Don Luís Ovalles es el actual Curador, muy preocupado por más de treinta años por el mantenimiento y la difusión de lo que encierra esta histórica casona ubicada en el centro de la ciudad del Cabriales.
(*) Gral. de Bgda.                                                                               eumenes7@gmail.com
 

jueves, 14 de junio de 2012

Historia y Tradición /
 “Carta de la viuda de  Antonio José de Sucre,  al Asesino”
 
Gral.  Eumenes Fuguet Borregales
 
El general en Jefe Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, “el prócer más puro de la independencia americana” y “El Caballero de la Historia”, cuando se dirigía desde Bogotá a encontrarse con su familia en Quito, fue vilmente asesinado en las montañas de Berruecos al sur de Colombia el 4 de junio de 1830. Deseaba llegar al hogar antes del 13 de junio día de San Antonio, su patrono. Su viuda, Doña Mariana Carcelén y Larrea, Marquesa de Solanda y Villarocha,  nacida en Quito el 27 de Julio de 1805, hija legítima de Felipe de Carcelén y Sánchez de Orellana, Marqués de Solanda y de Villarocha, Teniente de la Cancillería de la Audiencia, Alcalde Ordinario de primer voto del Cabildo de Quito, y de Teresa de Larrea y Jijón, naturales de Quito. Mariana y Sucre casados por poder  el 20 de abril de 1828, justamente a  dos días de haber sido herido  en un atentado en Chuquisaca. En 1829 nace Teresita su única hija. Al enterarse Mariana por parte del fiel ayudante el sargento Lorenzo Caicedo sobre el vil asesinato del “Abel de América”, le escribe una carta al asesino intelectual, el general José María Obando, natural de Pasto-Colombia, con unas sentidas palabras, las cuales por su hondo contenido humano transcribimos a continuación: 
“Estos fúnebres vestidos, este pecho rasgado, el pálido rostro y desgreñado cabello, están indicando tristemente los sentimientos dolorosos que abruman mi alma. 
Ayer esposa envidiable de un héroe, hoy objeto lastimero de conmiseración, nunca existió un mortal más desdichado que yo, no lo dude, hombre execrable: la que te habla es la viuda desafortunada del Gran Mariscal de Ayacucho. Heredero de infamias y delitos, aunque te complazca el crimen, aunque él sea tu hechizo! Dime, desacordado, ¿para saciar tu sed de sangre era menester inmolar a una víctima tan ilustre, una víctima tan inocente?, ¿ninguna otra podía saciar tu saña infernal?  Yo te lo juro, e invoco por testigo el alto cielo.
 “Un corazón más puro y recio que el de Sucre no palpitó en pecho humano”. Unida a él con lazos que solo tú, bárbaro, fuiste capaz de desatar; unida a su memoria por vínculos que tu poder maléfico no alcanza a romper. No conocí en mi esposo sino un carácter elevado y bondadoso, un alma llena de benevolencia y generosidad. Más yo no pretendo hacer aquí una apología del general Sucre; ella está escrita en los fastos gloriosos de la Patria.
 No reclamo su vida, pudiste arrebatarla, pero no restituirla, tampoco busco la represalia. Mal pudiera dirigir el acero vengador la trémula mano de una mujer. Además, el Ser Supremo, cuya sabiduría quiso por sus fines inescrutables consentir en un delito, sabrá exigirte un día cuenta más severa. Mucho menos imploro tu compasión, ella me serviría de un cruel suplicio. Sólo pido que me des las cenizas de tu víctima. Si dejas que ellas se alejen de esas tórridas montañas, lúgubre guarida del crimen y de la muerte y del pestífero influjo de tu presencia, más terrífica todavía que la muerte y el crimen. Tus atrocidades, hombre inhumano, no necesitan nuevos testimonios. En tu frente feroz está impresa con caracteres indelebles la reprobación del Eterno.
 Tu mirada siniestra es el tósigo de la virtud, tu nombre en el epígrafe de la iniquidad y la sangre que enrojece tus manos parricidas, el trofeo de tus delitos, ¿aspiras a más? Cédeme pues los despojos mortales, las tristes reliquias del héroe, del padre y del esposo, y toma en retorno las trémulas imprecaciones de su Patria, de su huérfana y de su viuda”.
El 16 de julio de 1831, Mariana  contrajo nuevo matrimonio con el General Isidoro Barriga y López de Castro, quien fallece en mayo de 1850. La joven viuda del gran mariscal de Ayacucho mantenía correspondencia con el Libertador y con los familiares de “Nuestro ilustre paisano”; Jerónimo la trataba de hermana, por ser lo único que le quedaba de su hermano Antonio. Doña Mariana falleció el 15 de diciembre de 1861 contaba 56 años de edad; fue enterrada en la iglesia del Tejar. En Valencia se  encuentran residenciados distinguidos descendientes de la familia Carcelén, que honran la noble hidalguía y memoria de Doña Mariana

sábado, 2 de junio de 2012

La democracia: avances y retrocesos en nuestros días

En varios países latinoamericanos se está tratando de construir algo que se llama democracia participativa, que es, ni más ni menos, el dar herramientas a los ciudadanos para que puedan participar, de forma efectiva, en la vida social, cultural, económica y política.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Con frecuencia, los ataques que se dirigen contra los gobiernos progresistas latinoamericanos, específicamente contra Venezuela, Bolivia y Ecuador, esgrimen la idea que se trata de gobiernos autoritarios, antidemocráticos, que solo buscan perpetuarse en el poder a través de artimañas que utilizan un aparato de Estado corrompido o, peor aún, que ellos mismos han corrompido.

Los ataques en esta dirección provienen tanto de gobiernos europeos y del norteamericano, como de organizaciones no gubernamentales (ONGs), generalmente financiadas desde esos mismos países. Desde su perspectiva, el súmmum  del autoritarismo antidemocrático estaría encarnado en el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aunque no se librarían de esta caracterización los presidentes Rafael Correa y Evo Morales.

Evidentemente, el modelo que se contrapone a estos gobiernos es el de la democracia burguesa en su expresión europea o norteamericana, la cual es entendida, sin cuestionamiento, como el paradigma a seguir en materia de democracia.

La experiencia de los últimos años, sin embargo, nos orienta a pensar que los críticos de los gobiernos progresistas latinoamericanos están tratando de vendernos gato por liebre. O, para utilizar otro dicho popular, se trata de los pájaros tirándole a las escopetas.

Como es sabido, en estos países latinoamericanos se está tratando de construir algo que se llama democracia participativa, que es, ni más ni menos, el dar herramientas a los ciudadanos para que puedan participar, de forma efectiva, en la vida social, cultural, económica y política. Véase que no hemos dicho solamente en la vida política, sino que hemos mencionado también el ámbito de lo económico, lo social y cultural.

La democracia participativa no renuncia, ni mucho menos, a los mecanismos y derechos de la democracia representativa, es decir, aquellos que llevan a elegir representantes en órganos del Estado, como los parlamentos y congresos nacionales y la presidencia de la república. Más bien, en este sentido, el derecho a elegir se ha ampliado a poblaciones a los que se les ha regateado este derecho, como los ciudadanos establecidos en otros países, es decir, que residen fuera de las fronteras.

Pero, además, se ha entendido que la participación activa popular no puede limitarse a eso. Por ello, se han hecho importantes reformas constitucionales para asegurar que la ciudadanía pueda ejercer el control político, proponer leyes, mecanismos de cogestión, revocar mandatos y leyes, convocar a referéndum y dar autonomía a poblaciones hasta ahora marginadas como las indígenas. A todas estas transformaciones de las cartas fundamentales de estos países, que traen aparejados cambios importantes en la forma de entender la democracia, Carol Proner le ha llamado constitucionalismo emancipatorio. Es la democracia participativa entendida como “devolución” del poder a la ciudadanía que genera un creciente protagonismo del sujeto o actor social.

En Europa, mientras tanto, el sitio desde el cual parten las admoniciones por el mal comportamiento latinoamericano, se desencadenan verdaderas intervenciones antidemocráticas y supranacionales en el margo de la crisis a la que se encuentra enfrentada. En Grecia, la Unión Europea  casi lapida a George Papandreu en noviembre de 2011, cuando propuso someter a referéndum el llamado plan anti crisis al que se vería sometido el país. En Italia, Silvio Berlusconi, quien como gato panza arriba había resistido todos los embates de sus congéneres políticos nacionales durante varios años, no duró ni 24 horas en el cargo de Primer Ministro y fue sustituido por un gabinete de tecnócratas. España pasa hoy por una situación bastante similar: se encuentra intervenida de hecho y constantemente es regañada por los organismos supranacionales europeos o los organismos financieros internacionales por no hacer el ajuste con mayor rigor aún.

¿Son estos los que pretenden erigirse como modelos de democracia?