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martes, 6 de noviembre de 2012

José Palacio, "el fiel mayordomo de Simón Bolivar


                                          José Palacio, "el fiel mayordomo de Simón Bolivar
      Eumenes Fuguet Borregales


José Palacios, esclavo libre, manumiso, negro barloventeño, cuyo
apellido lo recibió de la familia Palacios y Blanco, formaba parte de
la servidumbre en la Casa Natal de Bolívar, cuando Doña María de la
Concepción, madre de nuestro futuro Libertador le pediría antes de
morir, en promesa, cuidara hasta el final de su vida, al recién nacido
Simón José Antonio. La noble dama fallecería víctima de tuberculosis
el 6 de julio de 1792, contando apenas 33 años de edad, mientras, su
hijo Simón alcanzaba los nueve. Desde entonces, el negro José Palacios
comienza a cumplir su promesa, siempre de forma activa, leal y
sacrificada, para atender al niño, al joven, al adulto y al Libertador
Simón Bolívar, hasta su muerte prematura el 17 de diciembre de 1830.
José Palacios, seis años mayor que Simón, era analfabeta, pero de
memoria prodigiosa; le acompañaría durante largos 38 años como leal
confidente, en buenos o malos momentos, y también, en las desgracias.
Juntos viajaron a Europa en 1803, continente de luces donde conocen
ciudades, incluida Roma, la clásica e histórica urbe donde Bolívar
lanzó a los cuatro vientos su inmortal Juramento en el Monte Sacro, el
15 de agosto de 1805. En 1807, visitan Estados Unidos de Norteamérica.

Durante la Misión Diplomática encomendada a Bolívar por la Junta

Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, nacida tras los
sucesos del 19 de abril de 1810, le acompañó a Londres, junto a Andrés
Bello y Luis López Méndez. El fiel mayordomo, de invalorable ayuda
espiritual, acompañó al Héroe en momentos de fatalidad y de grandeza,
por ello, estará en los destierros en Jamaica y Haití, así como
también en las campañas emancipadoras en Venezuela, valiéndole
alcanzar la jerarquía de sargento primero, en 1820. José acompañó al
Campeón de la Libertad en la decisiva Campaña de Carabobo y al Sur del
continente hacia Bogotá, Lima, Quito y La Paz. Su afán por atender
diligentemente a Bolívar se manifestaba por la pulcritud de su
vestuario, correcta alimentación, vinos adecuados, perfumes y la
seguridad ante todo, como mayordomo de plena confianza. En 1825, en
Lima, administró la partida asignada por el gobierno peruano al
Libertador. El 25 de septiembre de 1828, la noche del atentado contra
Bolívar en el Palacio San Carlos de Bogotá, los quebrantos de salud
que sufría Palacios, le obligaron a alojarse en una instalación
cercana, situación que le permitió mejor suerte que a los edecanes
asesinados la infausta noche. El 27 de abril de 1830, Bolívar decide
renunciar a toda aspiración de mando; el 8 de mayo, al partir hacia
Cartagena de Indias con pocas pertenencias y 17.000 pesos, intentaría
seguir la ruta Curazao-Jamaica-Europa, para atender su fatigada salud.
De Cartagena se traslada junto a Palacios hasta Barranquilla, región
costeña donde llegaba el 8 de noviembre. El poco dinero que utilizaría
para su partida, Bolívar lo donaba a gente humilde durante la
travesía. el Más Grande Hombre de América, no pudo emprender su viaje
a Europa; a instancias del general Mariano Montilla debió ser atendido
urgentemente a partir del 1ro de diciembre por el eminente médico
francés Alejandro Próspero Reverend, debiendo ser trasladado a la
hacienda San Pedro Alejandrino, propiedad del español Joaquín de Mier
y Benítez. Siendo 10 de diciembre en horas de la noche, en momentos de
lucidez, Bolívar emitía su Última Proclama y dictaba su Testamento, en
cuyo punto octavo, dejaba a Palacios ocho mil pesos como "remuneración
a sus constantes servicios"; los albaceas le entregaron en recompensa
algunos utensilios de plata.

El 16 de diciembre, ya en sus delirios febriles, la última persona a

quien se dirigió Bolívar fue al fiel mayordomo: "Vámonos, vámonos,
esta gente no nos quiere en esta tierra... lleven mi equipaje a bordo
de la fragata", al referirse a una nave puesta a la orden para
llevarlo a Las Antillas. El 17 de diciembre de 1830, siendo la 1:07 de
la tarde, al exhalar su último aliento y convertirse en el caballero
andante inmortal de la historia, en el reducido grupo que acompañaba
al Padre de la Patria en sus últimos momentos, se encontraba el fiel
mayordomo, sollozando en una esquina de la habitación; los asistentes
le oyeron decir: "...se me murió el viejo...". El negro José, entregó
el 22 de diciembre al albacea para su distribución: cuatro viejos
baúles, medallas de oro y plata, algunas armas, condecoraciones,
documentos, manteles, partes de una gran vajilla y algunas onzas de
oro. Pasado el velatorio y entierro en la Catedral de Santa Marta,
Palacios se dirigió a Cartagena donde al gastar el dinero recibido,
debió vivir en la indigencia. En diciembre de 1842, cuando llegaban a
Caracas los restos del Libertador, el noble Palacios estuvo en la
ceremonia junto a la negra Matea. Así, cumplía a cabalidad, con
nobleza, lealtad y sacrificio la promesa que, arrodillado hiciera, a
Doña María de la Concepción Palacios.

(*) Gral. de Bgda.
 churuguarero77@gmail.com

* General de Brigada

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